INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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30/10/10

El campo de Cajitán

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Cortijo de Cajitán, con la mole del Almorchón al fondo
Si les digo la verdad, de lo que iba a hablarles esta semana era de esa vergüenza social que son los crímenes machistas. ¡Más de cincuenta mujeres muertas en lo que va de año en nuestro país...! Y los políticos de la tele, ya los ven ustedes: perdiendo el tiempo con sus memeces, sus triquiñuelas partidistas o sus insultos personales, incluidos comentarios de mala educación, como el del viejo rijoso ese de Valladolid. ¡Qué lástima...! Pero claro, como éstas de las mujeres no son muertes mediáticas... En cambio, la de un legionario, voluntario y a sueldo, en Afganistán es otra cosa; es una muerte como más de telediario: banderas, himnos, ministros, miembros de la Casa Real, etc. Pero si se trata de una mujer..., de una simple madre de familia, que a lo peor hasta es una pobre inmigrante... Eso no resta intención de voto a nadie... ¡Qué pena!: miles de cargos y empleos dentro de las diferentes administraciones públicas en torno a la supuesta defensa y promoción de la mujer, con mucho discurso y mucho rollito de cara a la galería, mas la ignominia machista continúa produciendo víctimas, que los locutores numeran para llevar la cuenta en los noticieros (¡la número 55!) y luego pasan a otra cosa, mariposa.

Pero como les decía al principio, mejor no abrumarles con un artículo tan desalentador y de tanta dureza. De modo que les voy a hablar de algo mucho más agradable y pacífico, bucólico si cabe: del Campo de Cajitán.

Si tienen ustedes tiempo, ahora que todavía no han entrado los fríos, y, sin embargo, ya ha pasado la calor, acérquense un día por Cajitán; verán qué sosiego se respira cuando uno se introduce en aquel entorno. El paisaje es de una nobleza impresionante y, afortunadamente, todo se halla casi como hace setenta u ochenta años: los cultivos de viñedos, de almendros, de oliveras..., incluso de albaricoqueros de secano y, desde luego, de cereales: trigos, cebadas, jejas, etc.

Quizá todos ustedes sepan llegar perfectamente a Cajitán, pero por si alguien lo ignora, no me importa explicárselo. Tomen la carretera de Cieza a Mula (¿sabían que ésta, en los mapas antiguos, viene como “Carretera de Mazarrón”?) y vayan despacio con el vehículo, pues a partir del kilómetro 4, una vez pasado el empalme de la otra que lleva al Pantano de Alfonso XIII, la ruta se hace sinuosa y bordeada de pinos viejos y retorcidos. Durante varios kilómetros se podría decir que se trata de una “carretera turística”, no sólo por la belleza agreste de los lugares, sino por los vestigios humanos que se hallan en sus inmediaciones y que ustedes pueden observar, como canteras de yeso, con sus hornos de “quemar” la piedra; balsas de cocer esparto, hornos de tejeras o casas y construcciones con interesante historia, como la Casa de Ermitica, en "Los Prados de Doña Ángela".

Cuando hayan subido la Cuesta de la Herrada, recta flanqueada por dos hileras de pinos de más de 90 años de edad, y hayan superado todas las curvas de los barrancos de la Fuente del Rey, dejando siempre a su derecha el paisaje quebrado del Cárcabo, con el pico del Almorchón de fondo, y a su izquierda las espesas pinadas de la Sierra del Oro, darán vista ya a los terrenos de cultivo (allí, donde hace la carretera un leve descenso, encontrarán a la derecha una casa solitaria y abandonada: era la Venta de Palomín, donde paraban los carreteros con sus carros cargados de paja y sus reatas de mulas).

Algo más adelante ascenderán al llano (reconocerán el cruce de la carretera del campo de Ricote); pues de ahí en adelante ya están ustedes en Cajitán. Pueden continuar dirección Mula o desviarse por alguno de los caminos (los hay asfaltados y de tierra). Les aconsejo que tomen uno cualquiera a la derecha, y vayan viendo los campos y los cortijos, muchos de ellos deshabitados, como es natural, pero con toda la evocación de tiempos pasados. Si les parece, detengan el coche, paren el motor y escuchen el silencio.

Rebaño paciendo en un bancal junto a las garcetas que suben del Quipar.
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Uno puede imaginarse la época en que los muleros araban los barbechos de sol a sol. Mi amigo Paco el Libra me contaba el pobre, antes de morirse a los 90 años, que en su juventud había trabajado de mulero en Cajitán y que dormía en un tarimón dentro de la cuadra para echar pienso a las bestias; luego, a las cinco de la mañana, comían la gachamiga dura y marchaban a labrar antes de que amaneciera el día (entonces tenía vigencia el dicho: "Cajitán, tierra de poco fortuna,/ donde se cena dos veces/ y no se almuerza ninguna"). Uno puede imaginarse las cuadrillas de segadores con sus hoces a lo largo de los surcos interminables, e imaginarse los días de la trilla en las eras, que cuando “sacaban” la parva (terminaban de aventar, separando el grano de la paja con ayuda del viento solano) izaban una bandera en lo alto de la hacina de la mies, para que en los cortijos circundantes se enterasen del remate de dicha faena.

Ustedes piérdanse sin miedo por los caminos de Cajitán, teniendo siempre por referencia “la cara oculta del Almorchón” (la que no vemos desde Cieza), cuya mole inexpugnable servía a los labradores para marcar el rumbo de la “besana”: el primer surco, recto, que trazaban con la yunta al comenzar la labranza de un bancal.

Quizá lleguen ustedes hasta alguno de los rameles, como el de Pozuelo o el de las Contiendas, drenajes naturales de los llanos que culebrean poblados de vegetación salvaje, alimentando con sus veneros de agua las colas del Pantano de Alfonso XIII. O quizá se topen con algún pastor, cuyas ovejas, distraídas, pacen en un rastrojo mezcladas con bandadas de garcetas blancas que suben desde los humedales del Quípar buscando su pitanza.
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2 comentarios:

  1. Me he identificado con las dos reflexiones, el olvido de las mujeres muertas a manos de cafres... ante la insensibilidad de la sociedad....

    Y sugerente e invitador los detalles del Campo de Cajitán.

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"