INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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29/8/16

Faltos de canas

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Puente de sillería de piedra sobre el Barranco Meco
La edad es un valor directo en el mundo laboral, en el desempeño personal del trabajo, de las profesiones y de los oficios. Y la sociedad que entienda eso al revés estará desaprovechando, tirando por la borda con coste social, valiosos recursos humanos.

Mi amigo es madrugador nato, siempre lo fue desde que empezó a trabajar a los quince años en la fábrica de Los Guiraos; así que se levanta todos los días a las seis de la mañana, sale a la calle, enciende un cigarro y echa acera adelante, platica con el tendero que está descargando el género de su furgoneta en la tienda del barrio, acompaña a los que toman café recién subida la persiana del bar de la esquina o saluda, siempre afable, a los conocidos que pasan ligeros a engancharse. Mi amigo, aparte de esporádicos trabajos en el campo, cuando a los empresarios no les basta con la mano de obra inmigrante, lleva parado más de diez años. Él es muy bueno en su oficio, porque mi amigo tiene un oficio, que fue aprendiendo y perfeccionando durante mucho tiempo en su empresa; mas cuando estaba en óptimas condiciones para rendir en ella lo mejor de sí mismo, le pilló un ERE despiadado por medio y fue cesado junto con otros compañeros que ya tenía canas como él. ¡Renovación de la plantilla!, quizá pensó un gerente imberbe que había cogido el mando, y quedó en la empresa solo el personal joven; mejor o peor preparado en el oficio, mejor o peor dotado de formación, con mejor o peor aptitud para el desarrollo del trabajo, con mejor o peor disciplina para el cumplimiento de las tareas, con todas las cualidades inherentes a la juventud y todos los defectos achacables a la inexperiencia, pero eso sí, con toda seguridad, personal falto de canas.

Miren, no hace mucho, en la consulta de un competente médico cirujano, éste preguntó al paciente que quién había tomado la decisión de efectuarle aquella intervención quirúrgica con dudosos resultados, por los cuales había ido a requerir de pago sus servicios. Cuando el paciente le informó sobre el facultativo en cuestión, el doctor dijo conocerlo muy bien, afirmó del otro galeno que era un buen profesional, que estaba bien preparado en su especialidad, incluso que poseía experiencia en casos como el que afectaba al paciente, pero añadió dándole a la cabeza: “...el problema es que le faltan canas.” Y es que cuando se tiene oficio, preparación, aptitud, conocimientos y todas las cosas deseables en un profesional de cualquier ámbito, incluido el político (ustedes ya están viendo el panorama nacional), o en un trabajador cualquiera, las canas son un valor añadido. ¡Ay de la sociedad que no reconoce este potencial y desahucia olímpicamente del mundo laboral a toda persona que pierde el empleo con los cuarenta y cinco o los cincuenta cumplidos! ¡Liquidao! Si te despiden de tu empresa con cincuenta años, estás liquidao. La única solución, si es que no puedes arruinarte más todavía haciéndote autónomo o tu oficio tampoco te permite realizar chapucillas esporádicas en negro, es aceptar un subsidio de hambre de larga duración y aguantar como sea hasta la edad de jubilarte con una pensión de cuatro duros. Y, por supuesto, mientras tanto y cuando sea posible, disputar a los inmigrantes pobres, unas cuantas peonadas de coger fruta en los campos.

Pero mi amigo es como el Santo Job: no pierde nunca la esperanza. Y cree, como muchas personas deseosas de reintegrarse al mundo laboral, que la sociedad se merece el poder contar aún con el beneficio de sus conocimientos, de su formación y de su experiencia profesional. No es posible, piensa él, que las leyes vayan por un lado aumentando la edad de la jubilación y las “modas” empresariales vayan por otro rebajando la edad del “desahucio” laboral. Sólo admiten jovencitos, y encima para hacerles un contrato temporal de seis meses, como si el de cincuenta y uno tuviese un horizonte vital inferior a medio año, ¡qué pena...!) Es la tendencia, la moda, la estupidez de discriminar por su edad a los candidatos a un puesto de trabajo. ¡Tenía que tener sesenta y cuatro años, y, según para qué tareas, ser el candidato idóneo!, el que va a transmitir en la empresa o en la organización su experiencia a los más jóvenes, a los faltos de canas.

Pero no. Ustedes conocen la cruda realidad. Por desgracia para todos, la edad es considerada como un valor “inverso” de cara a conseguir un puesto de trabajo: a mayor edad, menos te quieren. Y a todos nos afecta, ¿saben ustedes?, porque hay un montón de buenos trabajadores (muchos de ellos con estupendos oficios, como mi amigo) que andan sin esperanza de lograr empleo porque han cumplido los cincuenta, y a los cuales la sociedad ha de mantener, aunque sea con subsidios de hambre, vale, pero proteger con algún tipo de ayuda económica, mientras el valor de sus canas se ignora, se desperdicia y se pierde.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 29/08/2016 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA"

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"