El puente de Los Pajeros

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Paseo fluvial en la margen izquierda del Segura y puente de "Los Pajeros" 

Hay que ver qué bonico se está quedando el río con las obras esas que están haciendo. Así a bote pronto, un tanto desnaturalizado, en el sentido más “natural” de la palabra, pero agradable y accesible para pasear por sus orillas. Ahora, que en cuanto llegue la primavera y digan las cañas aquí estamos, espero que reverdezcan de nuevo sus márgenes y el paisaje se embellezca paulatinamente con la vegetación y ya parezca otra cosica. No es propio un río mondo con playas de peñones de las canteras y base de plástico, con pulcros caminitos flanqueados de pilotes de madera de la Selva Negra y con paseos adoquinados y barandillas de acero inoxidable. Espero que ajardinen algunas zonas y planten arbolado, pues el río y su entorno son vida; sobre todo, vida vegetal.

Es una buena solución la pasarela esa metálica externa que han puesto adosada al muro de la carretera, así los peatones podrán ir y venir hacia el Puente de Hierro sin el peligro de los coches. Recuerdo que hace bastantes años, cuando había mucho menos circulación, mi abuelo Joaquín del Madroñal solía pasar a diario por ahí cuando iba a cultivar su huerto de mandarinos bajo los eucaliptos del puente; que el pobre, de regreso luego a su casa, cargado siempre con su capacico de alfalfa para los conejos, se paraba a descansar en dicho murete de piedra y conversaba tranquilo con los viandantes; en tanto pasaba algún carro chaveteando, cargado de esparto hacia las industrias, y él después reanudaba lentamente su caminar. Pero ahora no paran de pasar coches en un sentido y en otro y hay que andar ojo avizor para que no le atropellen a uno.

En realidad la mayoría de los ciezanos estamos asombrados por la cantidad de actuaciones que están llevando a cabo en el río, y la gente no para de darse vueltas por los lugares para curiosear y admirarse de los trabajos. No esperábamos tanto cambio, tanto camino, tanto paseo y tanto puente, porque, ¡anda con dios!, que los dos pedazos de puentes de madera que han colocado... ¡Cómo se ve que sobra el dinero en las arcas públicas...! Los puentes son preciosos, oiga, tanto el de La Presa, como el de Los Pajeros. ¡Menudos puentes, de madera de la buena...!, con su iluminación y tó pa que se vean bonicos por la noche. ¡Un pastonazo costarán…! Pero yo creo que son puentes con más sentido ornamental que práctico. Pa embellecer la zona y pasar de un lao a otro de río por gusto, pa pararse en medio y tomar fotos y, sobre to, pa que la gente forastera diga: “¡Joel, que bonica es la orilla del río en Cieza!”, y lo cuente por ahí, a ver si vienen más turistas a este pueblo y nos sacan de pobres. Claro que un puente como dios manda, al menos uno, que conecte ambas riberas a la altura del Ginete o de Perdiguera, o de la Brujilla con Barratera, como está proyectado hace la tira de años y no hay manera de que se realice, con el fin de que los camiones de fruta no tengan que dar la vuelta por el casco urbano para transportar esta a las cooperativas de los polígonos industriales. No, pa eso no hay dinero... ¡Qué le vamos a hacer...!

Pero es lo que hay, como decía aquel: comer, no comeremos, pero pasearnos... Ahora, una cosa también les digo: todo esto tenemos que cuidarlo mucho, que cuesta la tira de millones de pesetas y, aunque la mayor parte de la monea viene de fuera, también el Ayuntamiento debe contribuir con una generosa cantidad. Miren, una cosa es la crítica y las opiniones que tengamos cada cual, que todo el mundo puede opinar libremente y decir esto me parece bien y esto otro me parece mal, y otra cosa es el respeto por los espacios públicos y el comportamiento cívico de la gente. Yo siempre he pensado que la cosa más barata son los cartelicos, tan ausentes desde hace muchos años en nuestra ciudad. Los carteles valen cuatro duros y, quieras que no, si están bien escritos, calan en la conciencia de la gente los mensajes que en ellos se puedan expresar. Siempre me he fijado en todos los lugares que he visitado en cuanto al buen uso de carteles por parte, principalmente, de los ayuntamientos.

Claro que siempre hay fulanos que hacen caso omiso de las normas y de los carteles; entonces no hay más remedio que aplicar las ordenanzas que vengan al caso: la de las cagás de los perros, la del maltrato al mobiliario urbano, la de ensuciar los espacios públicos, la del consumo de alcohol en la vía pública..., etc., y ya está. Miren, ahí mismo, en Abarán, hay un cartel a la entrada del Parque de las Norias (un lugar bello y tranquilo que les recomiendo visitar) que pone: “Prohibida la entrada de vehículos”; y advierte debajo: “Se multará con la máxima cuantía”. ¡Toma ya!, pa que luego no digan que no sabían na. El que avisa no es traidor.

©Joaquín Gómez Carrillo

(Publicado el 02/01/2016 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA"