INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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20/11/22

Paisajes urbanos de Cieza, XXIV

 .

Magnífica imagen de las calles Hontana y San Joaquín, de la fotógrafa ciezana Pilar Alcaraz

Por aquel tiempo aún solía viajar la gente a Murcia en el tren; había combinación: «el Rápido», «el Mixto», «el Exprés», y, por último, un «Ferrobús», que yo llegué a utilizar varias veces; además del tren «Correo», claro, que pasaba a las seis de la mañana hacia Cartagena, y, a las 12 de la noche, hacia Madrid (Manolo Lucas, «Manolo de la Gabina», hombre amable y simpático como pocos, era el encargado de subir las sacas del correo con su furgoneta todas las noches a la Estación, aunque algunas veces lo hacía su hijo Juan Manuel, querido compañero mío de clase, y en alguna ocasión le acompañé).

Los coches de línea para Murcia también iban repletos de viajeros y, conforme se producía el aumento de la demanda con los años, la empresa adquiría vehículos más grandes y modernos. Al principio tenían su parada por ahí por «ca la Jacoba». La famosa tienda de la Jacoba, hoy cerrada y ruinosa, en la esquina de Mesones con Reyes Católicos, enfrente de la ferretería de «los Chinos», la estuvo regentando hasta el final José García («Pepe Trueno»), quien fuera concejal del Ayuntamiento en la época predemocrática. Pepe tenía licencia para vender allí armas de fuego y munición: escopetas, rifles, pistolas; incluso poseía un polvorín en los Casones, donde guardaba explosivos.

Antonio Pastor, «el Nene de los coches», fue un emprendedor ciezano en el transporte de viajeros. Yo lo conocí ya de mayor: achaparrado él, con boina, chaqueta de pana y purico en la boca, y con un sentido del humor que seducía; me acuerdo que tenía un R-7 blanco y una casica en el Hacho, a donde se desplazaba con su familia, despacico siempre, por la carretera curvosa de Las Ramblas. El «Nene de los Coches» era el dueño de los autobuses que iban a Murcia, aunque luego habría un socio y la empresa se llamaría entonces «Ríos y Pastor».

Los coches de línea de  «Ríos y Pastor» pasaron después a tener la parada en la Calle Mesones (entonces «Primo de Rivera»), enfrente de Correos, de la joyería de «Dimas», de la tienda de género de «Enrique Semtiel» y de la droguería Esparza (pequeñico yo, Virgilio Esparza padre, subía los domingos a la Sierra del Oro buscando vestigios de minerales; era su afición. Con Virgilio hijo, concejal ya democrático del Ayuntamiento de Cieza, llegué a tener buena amistad; era un hombre jovial y sabio con el que daba gusto hablar). Entonces los autobuses seguían siendo no muy grandes; tales eran sus modestas dimensiones que en los bajos de la casa de Antonio Pastor, cercana a la vieja taberna del «Bullas», guardaba tres de ellos; los chóferes, hábiles, maniobraban en la bocacalle de Padre Salmerón y los metían sin problemas. Arriba, en la vivienda de los Pastor, había un tragaluz grande y se podían ver los vehículos aparcados abajo.

Viajar en tren siempre ha tenido su encanto y varios han sido los autores que se han inspirado en ello para escribir hermosas obras, como Antonio Machado, «…Yo para todo viaje, siempre sobre la madera de mi vagón de tercera…», o como León Felipe, «De Antofagasta a la Paz», viajando casi por las nubes el poeta zamorano en su exilio de América. Mis abuelos utilizaban el tren para marchar a lugar más placentero: los Baños de Mula. Lo tomaban en Cieza, dirección Murcia, y hacían trasbordo en Alguazas y se subían al tren de Caravaca, que tenía su «estación términi» en lo que sería la Redonda, en Murcia (ahora, desmantelada hace años esa vía, ocupa el gran edificio «Aguas de Murcia»). Nuestros abuelos sabían de los gozos de la vida; alquilaban una casica con baño y se pasaban allí nueve días, un novenario, como los que se le rezan al Santo Cristo.

El pequeño local de los autobuses que iban a Murcia estaba en la Calle Ríos, junto al «Bar los Pepes»; allí se sacaban los billetes o se facturaban equipajes y demás paquetería (la cantidad de películas que se proyectaban en los cines, bien estuchadas en sus cajas redondas metálicas, las traían de Murcia en sacas de arpillera; entonces se veía mucho cine en Cieza, ¡todas las noches!). Por aquel tiempo había poca circulación en el pueblo y el hecho de que los autobuses estacionaran en la Calle Mesones para recoger a los viajeros por las mañanas no suponía problema de tráfico alguno. Luego, a la vuelta, igual. Tiempo después se los bajaron a la Carreterica de Posete, cuyo local de la agencia «Ríos y Pastor» estaba en la Calle Pacheco, detrás de la tapia de la Cárcel. Ahora ya saben que existe un jardín muy bonico, pero antes eso era un recinto carcelario: la «Cárcel del Partido Judicial». Dicho partido judicial llega hasta Abanilla y los delitos que se cometan en cualquiera de los municipios pertenecientes a él se tienen que juzgar en Cieza. Pero hace muchos años dejó de usarse la Cárcel y, tras abandonar el edificio la Policía Local y la Casa de Socorro, quedó cerrado y ruinoso.

Entonces se utilizaba más el transporte público que hoy en día, pues no todo el mundo poseía coche. De manera que, tanto el tren como el autobús de línea se tomaban con normalidad. En Cieza, desde luego, había otras líneas de Autobuses, como la de Abarán, que partía de la Esquina del Convento cada hora; la de Blanca, que estacionaba el autobús en la Calle Reyes Católicos, o la «Serranica», que tenía su sede en la Posada del Santo Cristo, en la Gran Vía. La Serranica hacía tan solo un viaje diario hasta Alicante, pero con la particularidad de que iba «puebleando»; no por rutas principales, sino por carreteruchas de mala muerte y de pueblo en pueblo. Salía muy tempranico de Cieza y volvía a la noche, y el chófer metía el autobús al patio de la Posada; la Serranica, cuando llegaba a Blanca y tenía que pasar el estrecho de «el Peñón», se bajaba el ayudante y le iba indicando al conductor con la mano, despacico, pues por arriba casi tocaba en la roca y por abajo pasaban las ruedas a un milímetro del precipicio con el río.

La flota de autobuses de «Ríos y Pastor» se había ido modernizando y aumentando, pues uno de los autobuses debía echarse por Abarán; y además eran los años en que ya iban muchos estudiantes a la Universidad, de modo que los lunes, a las 7 de la mañana, era un hervidero de chicas y chicos que marchaban a Murcia, y todos querían embarcar en los coches directos, no en el que pasaba por Abarán, lógico; entonces cuando estaban ocupados todos asientos, el chofer bajaba, abría el maletero y empezaba a entregar banquetas a los que llegaban; ¡todo el pasillo del autobús lleno de banquetas plegables hasta no caber un alfiler! (No pasaba nada porque el Señor era bueno.)

Todo esto que les refiero es anterior a la construcción de la Estación de Autobuses de Cieza y de su puesta en funcionamiento, pues durante una legislatura se hizo el edificio, pero, ¡ay!, hubo de esperar cuatro años llenándose de telarañas, a la legislatura siguiente, para que retirasen una torreta eléctrica que había allí en medio, ¡increíble, pero cierto! En Murcia tampoco hubo estación de autobuses hasta el año 1975 (fue también cuando construyeron la «Ronda Oeste»), que hasta entonces los autobuses de Cieza tenían su parada y el local de la agencia en la Calle Escultor Roque López, frente a la Cárcel Vieja, muy cerquica de la Redonda, ¿recuerdan?

Y ya que estamos, les cuento una cosa, entre ustedes y yo: cuando la adjudicataria de la línea de autobuses Cieza-Murcia era ya «Lycar», se les había metido en la cabeza el recoger a los estudiantes del Campus de Espinardo en plena carretera; y allí tenían que estar lo pobres, chicas y chicos ciezanos, en el arcén esperando, hiciera el tiempo que hiciese o, de noche en pleno invierno. Entonces dirigí un escrito a la Consejería de Transporte, con recogida de firmas por parte de una hija mía, para que el autobús entrase al Campus. Los políticos se lavaron las manos, no me respondieron, y me echaron al gerente de la empresa, con el que tuve que  «batirme el cobre» por teléfono. Pero al final lo conseguí; no me moví ni un milímetro de mi posición: a partir de entonces, el autobús entraba al Campus de Espinardo a recoger a los estudiantes, y no tenían que estar esperando tirados en un arcén de carretera. ¡Ay…!

©Joaquín Gómez Carrillo

 

1 comentario:

  1. Vaya peste a tabaco en el autobús. En uno de ellos, al pasar por el empalme de Archena, la radio anunció que Franco había muerto. El chófer, no sabía que hacer, si dar la vuelta o continuar. Ya estaba yo trabajando en Murcia, en la empresa eléctrica Abengoa, ¡Que recuerdos!

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"