¡En ca dios!

 .

Antigua abadía de Montgarri, junto al río Noguera Pallaresa

No vayan a Montgarri si no les apasiona la naturaleza ni les intriga visitar los lugares sacros. Si no les atrae la montaña, los ríos salvajes, la belleza de las altas cumbres o los paisajes recónditos y alejados del mundanal ruido, no vayan a Montgarri. Si les agobia la soledad, la paz contemplativa, el silencio o el recogimiento espiritual en un lugar apartado, ya les digo, no se desplacen hasta Montgarri. Y si no les intriga la historia de los pueblos, si pasan de iglesias románicas en mitad de un valle perdido, y ni tampoco son creyentes ni hacen turismo religioso, entonces no les merece la pena ir hasta Montgarri.

Pero si al menos tienen curiosidad, que es el impulso que ha hecho progresar el mundo desde que el hombre es hombre, entonces sí deberían visitar Montgarri.

Miren, el Valle de Arán, en la provincia de Lérida, vierte sus aguas a Francia a través del río Garona. Geográficamente es el único territorio español de los Pirineos con vertiente natural al Océano Atlántico. Sin embargo, territorial y administrativamente el “Consejo del Valle de Arán” (una especie de autonomía dentro de la comunidad autónoma de Cataluña), sobrepasa en algunos puntos dicha vertiente atlántica. Y en uno de esos lugares nace el Noguera Pallaresa (afluente del Segre y, a su vez, éste del Ebro). Y junto a este río se halla Montgarri, o lo que queda del minúsculo pueblecico de montaña que fue.

El Valle de Arán, se divide en tres zonas: El bajo valle (municipios cercanos a la frontera francesa), el medio valle (donde se halla la capital: Viella) y el alto valle (municipios cercanos a Baqueira y el puerto de la Bonaigua), donde nieva de alma y donde el turismo y la realeza acuden los inviernos a practicar deportes de nieve. Y una particularidad de los municipios del “alto Arán” es que se unieron unos cuantos en un solo ayuntamiento: el de “Naut Arán” (“naut” significa “alto” en lengua occitana, que es el idioma de los araneses), con sede en el municipio de Salardú. Y, de entre los bellos pueblos que engloba este ayuntamiento, está el abandonado pueblecico de Montgarri, aunque ya no tiene habitantes censados, se murió el último hace muchos años, como en aquella novela de “El disputado voto del señor Cayo”, de Miguel Delibes, que protagonizara para el cine Paco Rabal).

Miren, cuando hemos subido por la carretera de Baqueira y hemos encumbrado Beret, con su enorme telaraña de remontes mecánicos para esquiar en invierno, y hemos continuado por un camino de tierra, estrecho y curvoso, que comienza a descender por entre bosques de abetos, hay un momento en que toda la magia se agolpa en un edificio increíble en aquel solitario paraje: la iglesia “Madre de Dios” de la antigua abadía de Montgarri, con su alta torre octogonal, de apuntados tejados de pizarra, edificada en el siglo XVI sobre una ermita del siglo XII, a orillas del mentado río Noguera Pallaresa. Una preciosidad arquitectónica, a más de 1.600 metros de altitud sobre el nivel del mar, que fascina al visitante, y donde, salvo en el centro del verano, suele hacer un frío que pela; tanto es así, que en la larga temporada de nieve se organizan excursiones en trineo con perros.

En la actualidad, además del templo, perfectamente conservado con policromías interiores (su Cristo románico se halla desde hace muchos años en un museo de Barcelona), también está restaurada la casa de la “rectoría”, de dos plantas, que funciona como albergue de montaña, prestando servicio de alojamiento y restaurante. (Una asociación llamada “Amigos de Montgarri” se ocupa de la conservación y el buen funcionamiento de dichos edificios).

Lo malo es que un potentado de esos que se permiten apropiarse de trozos de España y tesoros de nuestra historia a golpe de cartera, compró hace unos años Montgarri por 5 millones de euros para construir casicas con miras al turismo. Sin embargo, parece ser que está en pugna con la comunidad autónoma y con el ayuntamiento del Naut Arán, que luchan por preservar el paisaje y la historia del lugar. No obstante, y por si el fulano este se sale con la suya alterando el encanto de aquel sitio, yo ya he ido a conocer Montgarri. Ustedes, si aman la naturaleza y siente curiosidad por ver un templo magnífico, aunque se encuentre “¡en ca dios!”, o precisamente por eso, vayan un día, si pueden, hasta Montgarri.

©Joaquín Gómez Carrillo