INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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3/9/23

La ciencia al servicio de la ciencia

 .

El primero en llegar a la Luna fue Julio Verne. (Fotografía de Francisco Rodríguez Hortelano)

Los indios han conseguido mandar con éxito una nave a la Luna; no los indios de «las Indias», del continente americano que descubriera Colón sin querer en 1492, sino los de la India, ese país asiático con más de mil millones de habitantes, con dioses y diosas por un tubo, con las calles tomadas por las vacas, y con olor permanente a churrasco en Benarés.

Mi tío Miguel, en su juventud, estuvo trabajando con Pepe el Colao, un reconocido electricista del pueblo; quizá por eso a mi tío, que sabía trastear divinamente la cosa de los cables, le gustó ser pionero en los aparatos y tenía una radio de aquellas que le dabas al botón y había que esperar a que se calentaran las válvulas. Lo recuerdo muy bien porque el día que yo cumplí cinco añicos, que me había pillado por medio una enfermedad y Don Marianito, alcalde y médico de la iguala de mis padres, tenía dudas sobre si podría echar fuera la robinera, me puso —mi tío, digo— un disco dedicado en la emisora local, «…para Joaquinico, en el día de su cumpleaños, para que ponga pronto bueno» (hablo justo del año cincuenta y nueve, ahí es nada); y para que yo lo pudiera escuchar en su radio, la bajó de su pisico y la colocó encima de la máquina de coser «Singer» de mi abuela, poniéndole por antena dos moldes de hacer punto, clavados en forma de «V» en una patata.

Muchas personas siempre están con la matraca de que con tantas perras que se gastan en ir al espacio y aquí en la Tierra se mueren de hambre millones de seres humanos. Claro, y eso es la pura verdad, pero quién dijo que la ciencia fuera solidaria con los pobres; quién dijo que la ciencia esté al servicio de la humanidad. Miren, la ciencia, aunque en algunos momentos sí que ha estado con las causas justas (las vacunas), e injustas también (las armas nucleares), generalmente está al servicio de la propia ciencia; la ciencia se retroalimenta, es decir, llega alguien, investiga e inventa una cosa tonta que nadie sabe para qué sirve, pero luego llega otro científico que está investigando un asunto distinto y entonces le viene de perilla aquel invento «inútil» de atrás. Mas así, en líneas generales y para entendernos, una cosa  son los avances científicos, a todos los niveles, y otra cosa es la Madre Teresa de Calcuta.

Al final, de la Luna harán quesitos, tirarán líneas imaginarias, pondrán banderas, instalarán bases y mandarán batallones de soldados «guardianes de la quintaesencia» (para Aristóteles estaba el área terrenal con las cuatro esencias: tierra, aire, agua y fuego, y luego, a partir de la Luna existía una quinta esencia: el éter; cosas de Aristóteles…). Primero llegaron con sus artefactos los rusos, cuando los rusos eran soviéticos; en seguida pisando los talones, los americanos de USA, que como eran más chulos, alunizaron con su nave tan ricamente y se pasearon por el polvoriento satélite (¡ojo!, mi abuela Teresa, crédula del mundo de los espíritus a más no poder, que proclamaba el realismo mágico antes de que García Márquez escribiera «Cien años de soledad», jamás lo creyó; pensaba que era una patraña, un embuste de los yanquis); después también han metido baza con sus naves espaciales los chinos, porque los chinos son gente muy trabajadora y completica; ¿saben cuántos días tiene de vacaciones un chino en la China? Tres días, y aún se aburre y le parecen muchos. Pues eso, que, aparte de la pólvora y los espaguetis, el que inventen sondas para posarse en la Luna, ya no nos sorprende.

A Jesús Hermida, el flequillo más famoso de la televisión, lo vi yo en 1969 retransmitiendo la llegada del Apolo XI a la Luna en la tele de mi tío Miguel, que por ser un adelantado en la cosa de los electrodomésticos, ya se había comprado un televisor, cuando en muchas casas, incluida la mía, ni lo teníamos ni se le esperaba. Pero entonces hacía unos cuantos años que él con su familia, habían dejado la viviendica, no más grande el medio celemín, de la segunda planta de la casa de mi abuela, y habitaban un piso unifamiliar, ¡todo un lujo!, en la calle Nicolás de las Peñas, frente a la industria de Cárnicas Pastor (el matadero de los Olleros). Por aquel tiempo, la televisión se veía en Cieza con bastante deficiencia, y, viniendo la señal de la Luna, no digamos; había que adivinar las imágenes. Pero allí estaban los muchachos, Armstrongs y Aldrin, dando saltitos, clavando la bandera y retratándose con ella, mientras el pobre Collins, más solo que la una, en la nave nodriza daba vueltecicas a la Luna lunera cascabelera. Todo eso nos contó Jesús Hermida, un lujo de corresponsal en Nueva York.

Ahora, la India, un país enorme, con mucha caca de la vaca, mucho pobre harapiento y mucho niño muertecico de hambre por la calle, y mucho cine de bailoteo de Bollywood, ha llegado al polo sur de la Luna. Pues no tiene nada que ver el bienestar o malestar social de una nación, para su desarrollo científico; nada que ver. La ciencia va por su lado y la justicia y la solidaridad y la religión, van por el suyo. Pero es que, no se lo pierdan, el Japón también quiere llegar a la Luna, y están mandando cohetes a ver si lo logran, que los japoneses son muy suyos y muy listos; para un japonés, lo más grande es su empresa; un japonés de Sony se siente más importante que el mismísimo rey de Francia, cuando el monarca franchute era tal que el astro rey. Y lo lograrán, y clavarán su bandera del Sol naciente en la Luna, y le devolverán a los americanos aquella chulería grandilocuente del general MacArthur, cuando tuvo que largarse de Filipinas: «¡…me voy, pero volveré!» (aunque cuando volvió, el imperio nipón ya estaba rendido por las dos bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y el emperador había sido obligado a declarar por la radio que él no era divino).

En España se investiga y bien, lo que pasa es que se hace ciencia sin presupuesto, es decir, los profesores de las universidades, por ejemplo, o los médicos, trabajan en líneas de investigación muy importantes, a veces en colaboración con científicos extranjeros, pero lo hacen a costa de estirar sus horarios por el mismo sueldo y dejarse su tiempo libre en los laboratorios. Aquí los políticos quieren el dinero para otra cosa. Y no creo que les dé por ir a la Luna, como los israelitas, que también están haciendo intentos y estrellando chatarra allá arriba. ¿Qué se les habrá perdido a los judíos en la Luna? En fin, vamos a esperarnos unos añicos más, a ver qué pasa…

©Joaquín Gómez Carrillo

 

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"