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Atardece en Cieza después de un leve chaparrón y un arco iris borroso se quiere adivinar junto a la torre de la iglesia.
Hace ya un puñao de años que hicieron el polígono industrial de Ascoy, y muchos negocios empezaron a trasladarse allí; otras actividades, sin embargo no aceparon marcharse del lugar donde siempre habían estado, caso de Hilaturas Egea, ahí en la Carretera de Madrid, un poquico más allá de donde estaban el Surtidor de Paco Benedicto y la Báscula de Zamorano, pero en frente; ¿Se acuerdan de Joaquín Egea?, delgadico él, amable, y muy activo en su fábrica, al pie del cañón hasta que se lo permitió la edad; ¡ay, el tiempo, que no perdona!
Algunas veces se iba la luz, o yo no sé qué pasaba, y Paco Benedicto, recuerdo que tenía que despachar la gasolina dándole vueltas a una manivela. Él también era un hombre cordial, ingenioso, y activo donde los hubiera; como si lo estuviera viendo y oyendo en su espléndido negocio de la Venta del Olivo, donde bullía la actividad, bien en la estación de servicio, bien en el magnífico bar restaurante. Pero el tiempo ha pasado y nada es igual a lo que fue, ni los lugares ni las personas. ¿Se acuerdan también de la Báscula de Zamorano? Allí entraban los motocarros, furgonetas y camioncillos, cargados de leña, paja, alfalfa u otros productos, a pesarse; luego destaraban el vehículo y te daban un tique alargado, el cual servía para sacar la cuenta del valor del cargamento. Enfrente había otra báscula al aire libre, en la esquina del Camino de la Estación, por donde ahora está la entrada al aparcamiento del Mercadona, pero esa creo que no era para el uso de particulares, sino reducto de una gran industria que allí hubo, la del Gallego. Allí mismo, recuerdo también que estuvo luego la Seat.
La Seat había estado años antes en el Camino de Murcia, en los bajos de un edificio grande con dos portales, que le decía la gente «los pisos de la Seat» (luego pondrían el Otawa y ahora hay un local de esos de apuestas o yo no sé qué), enfrentico del actual «Don Dino», que ahí estuvo la «Discoteca del Mocho» (había dos discotecas en Cieza: la Sapporo, en la Calle Duque de Rivas, y la del Mocho; más allá abajo, en la raya con el Fatego, la sala de fiestas al aire libre «El Gato Azul», víctima que fue de una furiosa acción vandálica de la propia clientela, un mosqueo colectivo con resultados nefastos (era tal la violencia con que arrojaban las sillas de tijera que estas quedaron reducidas a astillas como mondadientes). Ah, y también estuvo trabajando en la Seat por entonces, de oficinista, Antonio Camacho (los otros tres hermanos Camacho eran taxistas, más la hermana, Isabel, con su «librería Santo Cristo»), que luego Antonio se hizo maestro de escuela y acabó de director del Colegio Gerónimo Belda, en el Parque; ¡gran hombre, amigable siempre!, como sus mentados hermanos Damián, Pedro y Juan.
Entonces había industrias y talleres dentro del pueblo como cosa normal, tal era el caso del Taller de Gaspar, ahí en la Gran Vía, esquinazo de la Calle Arquitecto Muguruza con la Calle García Morato (hoy Constitución), que enfrente, en el número 125 de la Gran Vía, estuvo también el herradero, donde había un maestro herrador que ponían las herraduras a las muchas caballerías del pueblo (este debía tener pericia para dar siempre en el clavo), y la Parada, para que los dueños de yeguas y asnas pudiesen «beneficiarlas» con los sementales. (No sé si saben que del cruce de caballo y burra nacen las llamadas «mulas romas»; mientras que del apareamiento de burro y yegua nacen las «mulas castellanas». En ambos casos, el mulo es un animal híbrido y estéril: no puede reproducirse, pero muy útil en otro tiempo para los trabajos agrícolas y aun para el ejército: existió, con sede en Huesca, un regimiento de artillería de montaña, donde todo el material de guerra, incluidos los cañones despiezados, iba a lomos de mulos o mulas.)
Otro
taller importante era la Renault, que antes de subirse al nuevo y gran edificio
de la Cañada de la Horta, más allaíca de donde estuvo la yesera de Migaseca, se
hallaba en la esquina de la Calle Pérez Cervera con la Calle Santiago,
enfrentico del Grupo Escolar. La Renault la llevaba entonces José Gómez «Pepe
el Polaco», otro ejemplo de hombre afable y activo para su negocio; ¡qué
excelente persona era!; aun a la edad de noventa y largos poseía su mente ágil
y daba gusto hablar con él. Entonces, en el tiempo de que les hablo, el jefe de
taller de la Renault era Mariano Martínez, ¿saben quién les digo?, sí, el viudo
de la Antoñina la Pastora, de la famosa tienda «La Pastora»; siempre tuve, y mantengo,
una relación afectuosa con la familia de las Pastoras; ¡qué gran mujer y
matriarca era la Antoñina! A Mariano le han dado sepultura el 12 de marzo de 2023. Es la vida.
Luego, los talleres y otras actividades se fueron saliendo del pueblo, como se salió la famosa Estación de Servicio Galindo, que estuvo muchos años en la actual Plaza de las Cortes Españolas, y se desdobló en dos establecimientos: uno en la Carretera de Madrid, frente a Agrilevante, y otro en los Albares, más arribica de la exposición de Muebles Granados. Pues conforme ha ido progresando el urbanismo y el entender de la sociedad, ciertas actividades han ido saliendo del centro para desplazarse a la periferia o a los polígonos industriales.