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Olmos copudos, tocados del mal de otoño, que quieren ocultar a medias el casco histórico de Cieza (preciosa imagen de la fotógrafa ciezana Pilar Alcaraz)
Hay una fotografía aérea de Cieza en la planta Cero del Museo de Siyâsa que es muy interesante de contemplar; mírenla cuando puedan; se halla en el rincón que hay junto a la puerta de la «Sala de las Trojes», o «Sala de Conferencias», que le llaman. Esta imagen, grande, en blanco y negro, se encontraba al parecer en la «Caja de Ahorros del Sureste», donde trabajaba Trini (Trini era Don Trinidad Almela Pujante, alcalde de Cieza desde el 28 de octubre de 1960 al 8 de marzo de 1969; pues los alcaldes antes tenían que ganarse el pan trabajando en su empleo o profesión), cuyo local después pasó a ser sede de la ONCE, siendo muchos años administrativa allí mi prima «la Josefíca de Félix», hija de «la Isabel de Félix», y director durante un tiempo Manolo «el Ciego», que el hombre tenía en su cabeza un plano milimétrico del trayecto desde su casa hasta el trabajo y lo recorría, ida y vuelta, todos los días con su bastoncico en la mano; ¡qué gran persona era Manolo, y su esposa Amparo!
En dicha fotografía, que sería tomada por la avioneta a primeros de los sesenta del siglo pasado (entonces cartografiaban con ayuda de una avioneta equipada con cámara de fotos), se ve una chimenea alta, de ladrillo, en la calle Arquitecto Muguruza. Esta calle, por cierto, que en 1924 fue dibujada en el plano del ensanche del pueblo por el ingeniero Diego Templado y que hubieron de tirar dos casas para abrirla al Camino de Murcia, todavía mantiene el nombre del mentado arquitecto: Pedro Muguruza Otaño, a pesar de ser personaje afín al franquismo y realizador de importantes intervenciones y obras públicas en la posguerra, como la reconstrucción del Cerro de los Ángeles, destruido a propósito por los «fusilacuras», o el diseño del Valle de los Caídos. Se les escapó, ¡ay!, a los que cambiaban los nombres a las calles. En cambio sí se cargaron el nombre del padre de éste, que llevaba la actual Calle Empedrá, entonces «Ingeniero Muguruza» (Domingo Muguruza Ibarguren).
La chimenea que se ve en la foto del Museo de Siyâsa, en dicha calle Arquitecto Muguruza, no es otra que la de las calderas de los tintes de la fábrica de «Géneros de Punto»; pues ahí en esa callecica fue donde se inició la importante industria textil, buque insignia que lo fuera del tejido industrial de Cieza, que el viento se llevó, pues esta era una ciudad industrial. Luego ampliarían la mentada fábrica de Géneros de Punto con las naves al otro lado del Camino de Murcia (bajando, a la derecha), junto a donde estuvo la gran balsa del Zaraíche, con su manantial de agua, y el matadero municipal. Aunque luego, remodelada urbanísticamente la zona con la construcción de los grupos de viviendas «Alcázar de Toledo» (108 viviendas) y «Ambrosio López» (200 viviendas), borrarían la mentada balsa y se llevarían el matadero a la Avenida de Abarán, al edificio que ahora ocupa la Jefatura de la Policía Local. De modo que Cieza carece de matadero municipal desde hace un chorro de años.
La histórica fotografía aérea de nuestro pueblo, después de estar bastantes años en el local de la ONCE —como decíamos antes— tras la desaparición de la Caja de Ahorros del Sureste, fue trasladada finalmente al Museo de Siyâsa, gracias a la buena gestión de su director Don Joaquín Salmerón Juan. En ella, entre otras curiosidades, vemos que está en construcción la Torre de la Plaza de España, el primer edificio alto del pueblo, aunque Aurelio Guirao, el padre del profesor Don Aurelio Guirao, cuyo nombre lleva el auditorio del Centro Cultural, ya había levantado un bloque de pisos, con ascensor de jaula, en la Calle San Sebastián, en el solar de la que fuera famosa «Casa del Mayorajo de Ascoy».
En la construcción de dicho auditorio «Aurelio Guirao», por cierto, hicieron un pan como una torta, pues se pusieron a excavar un hoyo tremendo en el subsuelo de lo que fuera Géneros de Punto (aquello fue cuando el ayuntamiento, en tiempos del alcalde Don Ramón Ortiz Molina, habiéndose quedado con la infraestructura de la empresa textil arruinada, la quiso transformar en un gran centro cultural), y sacaron agua, es decir, escarbando, escarbando, dieron con la capa freática del Zaraíche. Con lo cual hubieron de dejar la obra inconclusa y poner unas bombas automáticas para mantener a raya la acumulación de agua en el enorme socavón, que parecía la Laguna Estigia; hasta que años después pudieron acabar el auditorio que todos conocemos.
Para abrir las calles Numancia y Arquitecto Muguruza a la «Calle Libertad», hoy Camino de Murcia, tuvieron que hundir casas, como ya se ha dicho. Entonces, si era para bien del urbanismo, no había problema de tirar viviendas; de esa forma Cieza cuenta con una red de calles bastante decente. La Calle Numancia ya existía en 1924 (fecha del mentado plano del «Ensanche», del ingeniero Diego Templado), pero solo era el trocico que iba desde la «antigua plaza de toros», solar donde se edificaría luego el «Teatro Galindo», hasta un poquico más abajo del actual «Horno de la Alcaina»: solo unas casicas viejas, que aún sobresalen la línea de las fachadas; ya que un algo más abajo de esas casas se iniciaba el «Camino de las Zorras», el que pasaba junto al muro del Colegio Juan Ramón Jiménez, por la puerta del Centro de Salud, por la esquina de la Estación de Autobuses y continuaba entre oliveras a enlazar con el Camino del Cementerio. (Si ése es un camino público, e histórico, el de «las Zorras», que yo creo que sí, no deberían dejar que se borrase, sino repararlo y garantizar el paso de muchas personas, que lo utilizan para atajar hacia el Cementerio desde hace más de un siglo.)