Los árboles son el ornamento natural más valioso de una ciudad |
Si quieren que les diga la verdad, se me cae el alma al suelo cuando veo cómo se van secando uno tras otro los arbolicos y arbustos que plantaron en las obras de la orilla del río a causa de la dejadez y el abandono. Creo, a mi corto entender, que quizá no había un plan previsto de forma adecuada ni con los medios oportunos para mantener y sacar adelante dicha repoblación vegetal. ¡Una lástima!, porque las cosas, no solo hay que proyectarlas y llevarlas a cabo de la mejor manera posible, sino prever su mantenimiento posterior; si no es así, mejor no hacerlas. Con el dinero público hay que ser muy cuidadoso, pienso yo. Pues con lo que han costado estas obras, vengan las perras de donde vengan, pues al fin y al cabo se trata de dinero público que no se ha destinado para bajar la ratio de alumnos en las aulas de los colegios ni para aumentar el numero de especialistas en las consultas externas de los hospitales ni para dar más becas de comedor a niños necesitados, es una pena que no se consigan de forma continuada en el tiempo los fines previstos: embellecer y acondicionar para ocio, disfrute y esparcimiento, uno de los mejores lugares que tenemos los ciezanos: la orilla de nuestro querido río.
Miren, los muros levantados, las barandillas colocadas, las rampas, los peñones, los puentes de madera, los pavimentos, las escaleras, los miradores de tablas, los caminitos que bordean los cañares..., ahí están. Mal que bien, dependiendo de la calidad de los materiales empleados y del trabajo bien hecho (se supone) en su construcción, pues de alguna manera permanecen y los cuidados necesarios son mínimos, ya que se trata de elementos inertes a los que sólo les afectan el paso del tiempo, los agentes meteorológicos y la acción incívica de los “vándalos”. Vale. Pero los vegetales son seres vivos y precisan otra atención y dedicación; sobre todo cuando están plantados de forma reciente, en los primeros años, hasta que el árbol se afiance y progrese en su raigambre y sea capaz de “buscarse la vida” bajo tierra. En tanto, hay que regarlos a menudo y limpiar de sus troncos las malezas, o de lo contrario se secan, como desgraciadamente estamos viendo; y entonces pensamos que no ha sido bien empleado el dineral que ha costado comprarlos en los viveros, transportarlos hasta aquí, preparar los hoyos en el terreno, ponerlos y dar como acabadas unas obras y unas actuaciones sobre la zona natural más bonita y más sensible que tenemos: nuestra querida orilla del río.
Una cosa les digo: Si en algún despacho ministerial, en Madrid o donde quiera que sea, alguien pretende arrogarse la satisfacción por unas obras, cuya finalidad no dudo que pretendía ser buena y favorable para nuestro pueblo, es que ignora el estado actual de las mismas, es que no se ha recorrido las orillas de nuestro río, desde más arriba de la Presa hasta el Puente del Argaz, y ha visto los resultados tan solo a unos meses vista de haberlas supuestamente acabado.
Pero la pregunta del millón es “¿Y ahora, qué?” Ahora que por causa de la desidia se han perdido muchas plantas y los parterres, hermosamente poblados de árboles y arbustos en el proyecto, se han convertido en un erial, ¿qué solución tiene eso? Si la empresa que se ha llevado, o se ha de llevar, la pasta finaliza su “mantenimiento” a finales de este año, ¿qué va a pasar? ¿Va a replantar todos los árboles y arbustos secos una semana antes y ¡adiós muy buenas!, para que los veamos secarse de nuevo? ¡Hombre!, yo creo que alguna Administración Pública podría o debería tomar cartas en el asunto. Las cosas no se pueden hacer así. Cualquier plantación vegetal, en esta región y con este clima hostil de sequía y tórrido sol, necesita un seguimiento y unos cuidados continuados. Lo contrario es casi una “ofensa” a los cientos de personas que pasean o hacen deporte a diario por las orillas del río, las cuales han de contemplar con tristeza los resultados de dejar las cosas perder.
Yo solo me centro en las plantas, pues el arbolado y los jardines de los espacios públicos dicen mucho de la cultura de un pueblo. Y en Cieza, es algo que debemos cuidar un poquico más. Ya que en el propio casco urbano faltan bastantes árboles en las calles; unos porque se secaron, otros porque los secaron adrede, o por negligencia (yo he visto vaciar el agua sucia con productos químicos de los cubos de las fregonas en el tronco de estos, o he visto cortar arbolicos porque “estorbaban” para hacer una obra y luego ya no ponerlos y p’alante). Por eso alguien debería tomar buena nota de ello y, si es posible, hacer que nos sintamos mejores como ciudadanos de este pueblo procurando el cuidado de nuestros árboles públicos, en las calles, en los parques y jardines y en la zona que más visitamos a diario: la orilla de nuestro río.
©Joaquín Gómez Carrillo
(Publicado el 30/07/2016 en el semanario de papel "EL MIRADOR DE CIEZA"
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