INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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16/10/22

Paisajes urbanos de Cieza, XX

 .

Prado verde con el fondo del Cerro del Castillo y el Pico de la Atalaya

Nunca debieron haber construido pisos en lo que fue el «Pabellón Municipal de la Gran Vía», una magnífica sala de fiestas al aire libre, donde venía a actuar la flor y nata de los cantantes nacionales de la época. Pero, ¡ay!, ese maravilloso local a cielo abierto sería devorado por los intereses del ladrillo como algunos más que he mencionado, o que mencione en esta serie de artículos, cual el mismísimo Solar de Doña Adela, que estaba en lo más céntrico de la ciudad y albergaba las atracciones de la Feria, o cual el Parque (ahora llamado «de Medina Siyâsa», o para otras gentes «el Parque del Lobo»).

El Parque, que durante muchos años no le hizo falta nombre, pues solo había uno en el pueblo, fue ya diseñado en 1924 por el ingeniero Diego Templado, cuando realizó el plano para el «ensanche del pueblo». Cieza todavía era un «pueblo»; pues adquiriría el estatus de «ciudad» más tarde, en el bisiesto año 1928, por voluntad del rey Alfonso XIII, según aparece publicado en el diario oficial «la Gaceta de Madrid» (aún no existía el Boletín Oficial del Estado), en su número 60, de fecha 29 de febrero, que dice:

«Queriendo dar una prueba de MI real aprecio a la villa de Cieza, provincia de Murcia, por el creciente desarrollo de su agricultura, industria y comercio; y por su constante adhesión a la Monarquía, vengo en concederle el título de Ciudad y a su Ayuntamiento el tratamiento de Excelencia.

Dado en Palacio a veintiocho de Febrero de mil novecientos veintiocho».

El diseño del Parque contenía un amplio estanque en el extremo oriental, el que limita a la Gran Vía. El agua no faltaba en Cieza, pues una extensa red de regueras distribuían el abundante caudal de la Fuente del Ojo por toda la huerta, hasta la zona de la futura Plaza de España y los huertos de Anaya, de los Frailes y de las Monjas Claras. A continuación del estanque venía una bonita zona de parterres con jardinería ornamental, después un kiosco o templete para música, y rematando, en el extremo occidental, con un «invernáculo». Eso era en la cota superior del terreno. Luego, asomándose al gran terraplén que daba al Camino de Madrid, había dibujado una extensa explanada de arbolado y zona de recreo. Imaginen si todo eso se hubiera realizado, respetado y conservado; ¡qué maravilla!

El llamado «Pabellón Municipal», antes no era otro que el «Cine Gran Vía», cuando fue una época en que el ocio bien entendido era ir al cine. Todos los días había proyecciones de películas y todos los días acudía gente a los cines. El «Gran Vía» era un cine de verano precioso; estaba dividido en dos espacios, pues la sociedad de entonces era clasista y precisaba separación entre los «pobres que se creían ricos» y los «pobres del todo», que no podían sacar nunca los pies de las aguaderas. En los laterales había unas arquerías ajardinadas con jazmines y damas de noche, que daba gloria el sentir su fragancia, mientras en pantalla se podían contemplar las escenas de míticas películas. A la parte de atrás de la «sala» se accedía por el esquinazo que daba al Parque, frente a un kiosco de pipas con la forma arquitectónica del resto de kioscos que hubo en Cieza; mientras que la parte central y más cercana a la pantalla, limitando con la calle «General Sanjurjo», hoy Pablo Iglesias, tenía su entrada por una de las puertas principales que daban a la Gran Vía.

El Parque no se llegó a realizar del todo según el diseño original de 1924, pero la primera construcción que se «comío» una parte de aquella preciosa zona verde fue el Cuartel de la Benemérita. La Guardia Civil había ocupado varios lugares a lo largo de las décadas; el último cuartelillo fue donde ahora está la Ferretería Alonso. De ahí la comandancia pasó a ocupar el flamante cuartel donde hoy en día lo conocemos, dando a la Calle Santiago. La segunda edificación que quitó un gran «repizco» a los terrenos del Parque fue la del Colegio Comarcal Gerónimo Belda, con cocina y comedor para los alumnos; a él vendrían en autobús los niños de los campos, cuyas escuelas rurales quedaron en semiabandono o en abandono absoluto. (Vaya aquí una honrosa mención a las maestras rurales, que diariamente se desplazaban con sus propios y diversos medios para desasnar a los niños en su entorno natural: en aquel que sus padres se deslomaban trabajando como medieros de los señoritos.) El siguiente edificio fue el Centro de Mayores, o de la Tercera Edad, o como sea que le llamaran en un principio a «los viejos», lo cual se llevó por delante otro pedacico bueno de Parque. Más tarde hubieron de ampliar el Gerónimo Belda y tomaron otro gran espacio de terreno público. Y finalmente el Colegio Cristo del Consuelo, en sus necesidades de ampliación para la educación infantil, levantó otro edificio, que se suma al constreñimiento de lo que pudo ser, y casi no llegó serlo nunca, un ambicioso espacio verde, orgullo de Cieza, si lo hubiera sido.

En el Pabellón Municipal (antes «Cine Gran Vía») se realizaban las galas de Feria. La Plaza de España era para las casetas de feriantes (no existía el invento de las tascas) y para los conciertos de la Banda Municipal de Música, cuyos valses y pasodobles hacían que las parejas se arrancaran a bailar entre las mesas del «Bar Oasis», y que los melómanos se llevaran el dedo a los labios repetidas veces, ¡shhh!, pidiendo acallar el murmullo del público distraído. Al Pabellón Municipal, con la fragancia de las damas de noche del mes de agosto, venían los ídolos de la canción, como Camilo Sesto, Victor Manuel, Juan Pardo, Miguel Rios, Julio Iglesias, Raphael o la gran Maritrini. Y siempre,  todos los años, como broche de oro de final de Feria, la actuación de la noche de la traca estaba reservada para «Antonio» (el del Bar Cocodrilo), el gran «Antonio», con sus enormes canciones y su voz portentosa.

En lo que fueron dejando de aquel Parque, previsto hace casi cien años como un pulmón verde de Cieza, construirían también el Auditorio Gabriel Celaya (recuerdo los años en que se hacía la «Muestra de Teatro», realizada con éxito bajo la coordinación del que fuera mi compañero en el ayuntamiento, José Carlos), y, honrando al Maestro Solano por su bien hacer artístico, colocarían el grupo escultórico dedicado a Félix Rodríguez de la Fuente, con el busto de éste sobre un pedestal, acompañado de una la gacela, un águila y un lobo, realizados por el mentado Maestro; y en cuyas figuras, por desgracia para todos, se cebaron a poco tardar los vándalos de turno. ¡Si es que no puede ser…!

©Joaquín Gómez Carrillo

 

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"