INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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5/9/21

Un recuerdo andaluz, II

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Casa de la Ermitica, finca denominada desde antiguo «Los Pradicos de Doña Ángela», el paraje de La Herrada

En el artículo anterior nos quedamos en nuestra llegada a Nerja (año 1983), patria ficticia del Chanquete, aquel personaje que derrochaba libertad, sensatez, justicia, amor al prójimo y apego a la naturaleza (hablo del protagonista de la famosa serie de Televisión Española «Verano Azul», de hace cuarenta años, del genial director Antonio Mecero).

Nos había encantado el sitio aquél para plantar la tienda de campaña y dormir: el espacio verde que había entre la franja de arena de la Playa de Burriana y el acantilado, pues Nerja se asoma al mar sobre un gran acantilado rocoso, en cuyo borde superior, como ya dije, estaba el parador nacional con su ascensor para bajar a la playa los clientes. Lo pregunté a un guardia que vigilaba la zona. «Oiga, ¿podríamos acampar aquí esta noche?» —le dije. «Sí señor, pero cuando se ponga el Sol» —respondió el hombre muy amable. Y como había por allí otras personas con experiencia en eso, una pareja de hippies que fabricaba pulseras y sortijicas de colores, me dijo que no había problema, que sólo teníamos que darle una propinilla al guardia y se conformaba.

El Balcón de Europa es uno de los miradores más hermosos sobre el Mediterráneo, y está en el corazón histórico de Nerja. Aquella tarde estuvimos recorriendo los lugares, algunos conocidos por la tele: las calles y cuestas por la que circulaba «Julia, la pintora» con su Dyane 6, o los caminos que recorría la pandilla de niños; y, aunque localizamos, preguntando, el sitio donde estuvo «La Dorada» (el barco de Chanquete), esta ya se la habían llevado. Cenamos pescaíto frito y todo estaba bien. Mi madre, que había superado un cáncer de mama el año antes, cuando llamamos por teléfono aquel día, no quiso que nos enterásemos de que esa misma mañana había sufrido un ictus cuyo rastro facial le duraría un par de meses. Pensó que era más importante nuestra felicidad que su salud.

Queríamos visitar la famosa cueva, pero eso sería al día siguiente; así que al oscurecer bajamos con el Renault 5 a la Playa de Burriana. El guardia municipal se hacía por allí el remolón, dando vueltecicas, hasta que hubo plantadas unas cuantas tiendas de campaña (cerca había unos aseos y duchas de playa). No me acuerdo si le di 20 o 40 duros; el hombre se los metió al bolsillo y me indicó un bonito lugar sobre el césped donde aparcar y clavar la tienda. Entonces muchas cosas aún podían funcionar así; ahora sería imposible por la masificación; ahora el turismo lo anda todo, lo invade todo; ahora y cada vez más, el turismo en ciertos lugares es como la langosta, que puede arruinar cualquier espacio natural o alterar cualquier zona urbana.

Nuestros amigos los hippies habían plantado su tienducha, pero estaban vendiendo sortijicas y pulsericas en el pueblo: llegaron luego a la media noche y se metieron a dormir, o a hacer lo contrario de la guerra. Todo era paz; con solo el runrún de las olas de la playa. Por la mañana, al rayar la luz del sol en el horizonte marino, y por indicación del guardia, debíamos levantar y guardarlo todo en el coche y apartar los vehículos de aquel espacio tan bonito al resguardo de las altas rocas.

¿Qué cosa era obligada ver en Nerja? La cueva; la famosa «Cueva de Nerja», con su teatro en el interior. Yo tenía referencias de ella por el cura Don Antonio Salas, cuando en el verano de 1971, en su flamante «Seat 1430» (una de las pasiones de este hombre de Dios eran los coches; le conocí estrenar varios), había viajado hasta allí con cuatro de sus acólitos «de misa diaria», y, tras su regreso (no me dejarán mentir los tres hombres que viven de aquellos cuatro muchachos), me invitó, junto con «su» cuarteto de monaguillos, a tomar una cerveza en el Mesón del Moro, y entonces, caña en mano cual Don Quijote la humilde bellota, pronunció aquella frase, enigmática para mí: «¡Joaquín es como un diamante en bruto!» (venía a cuento porque yo ese verano, tras aprobar 3º de bachillerato en junio, estudié y aprobé 4º por libre en setiembre).

A mitad del recorrido de la cueva tuvimos que salir al coche por necesidades de la niña, mi hija Ana Sofía que tenía añico y medio tan solo. Después nos dejaron pasar de nuevo los guardas de la entrada, y pudimos recorrer (yo con mi cría en brazos) las galerías y la gran Sala de Cataclismo de aquella maravilla geológica, la cual aconsejo visitar a quienes no la hayan visto aún.

Después de comer nos pusimos en marcha para cubrir la siguiente etapa: a Torremolinos. Ya por entonces, la provincia de Málaga, de un clima más agradable que el interior de Andalucía y, por supuesto, que los estíos implacables de Murcia, presentaba paisajes verdes, huertas con agricultura de frutos exóticos, o cultivos propios del trópico, como la caña de azúcar. Mas era admirable ver la cantidad de urbanizaciones bien cuidadas, propias de una sociedad próspera y turísticamente en auge: se trataba del corazón de la Costa del Sol.

Torremolinos era una gran urbe en verano; es posible que se acercara a los trescientos mil habitantes de hecho. Nos hospedamos en un gran camping que había bastante céntrico; no necesitamos coger el coche para llegar a pie a las calles más turísticas, repletas de comercios de toda clase al estilo Benidorm, y su interminable paseo marítimo con playas bien cuidadas. Habría de todo, pienso, pero se notaba la existencia de un turismo de mayor disposición económica que en nuestros lugares murcianos, y aún alicantinos y almerienses, de sol y playa. Torremolinos era ya otra cosa.

Dormimos solo una noche. Al otro día por la mañana levantamos la tienda, y carretera y manta. No nos había agradado mucho aquel camping: era demasiado grande y con mucha gente en movimiento.

Llegamos pronto a Marbella y de inmediato elegimos el camping que más nos gustó, como a un kilómetro del famoso arco de entrada a la ciudad y junto a la playa. Allí permaneceríamos una semana. Ya no nos movimos, pues estábamos encantados del lugar. A un lado de nuestra parcela había una familia de Archena y al otro un chico de Casablanca (Marruecos) llamado Mohamed, a quien conseguí iniciar en el rioja.

©Joaquín Gómez Carrillo

 

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"