INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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6/7/19

El colgante de ámbar

 .
Flor de la pasión o "pasionaria", en los jardines de Santillana del Mar (Cantábria), año 2011
A mitad de agosto de 2011 aún no sabíamos que había empezado la cuenta atrás. Así pues pensamos que visitar la Cueva del Soplao era un buen motivo para hacer un viaje a Cantabria. Nunca habíamos visto nada igual, ni podremos ver jamás. La provincia cántabra está llena de cavernas por ser terreno calizo; todo el subsuelo de sus montañas es como un enorme queso de gruyere. Yo, por haber sido espeleólogo y amante de las grutas, conocía bastante aquella región; empecé a visitar la entonces provincia de Santander a los 17 años. Pero en belleza cavernaria, nada se iguala, hoy por hoy, a la mentada Cueva del Soplao.

Habíamos reservado habitación en una pequeña posada, cerca de Santillana del Mar, rodeada de prados verdes. Era una casuca adintelada de piedra con balcón de madera al más puro estilo cántabro, junto a la carreterilla que sube hasta el complejo de Altamira. Nos habían guardado precisamente la pieza que daba a la balconada de la fachada principal, de cuyo saliente pendían de unos hilos exuberantes bolas de claveles de aire, una misteriosa planta que no necesita suelo para vivir y que adorna los balcones o fachadas de muchas casas cántabras; simplemente se cuelga de un hilo cuando no es más grande que una pelotica de tenis, y ella, que no tiene raíces, se nutre y prolifera tan solo con la humedad del aire y dios sabe qué partículas en suspensión de la atsmósfera hasta alcanzar el volumen de un balón de reglamento. (Frente a nuestro hotelito había un hombre mudo que tenía un minúsculo invernadero con tomateras y otras hortalizas para su gasto, pero que colgaba en la valla de su parcelica una hilera de bolitas de claveles de aire para venderlas. El hombre, que no podía oír ni un tiro de escopeta y se comunicaba con gestos inverosímiles, me vendería el último día una de aquellas maravillas de la naturaleza, pero, ¡ay!, por más que yo intenté cuidarla aquí en mi casa con un espray de agua, no hubo manera y se murió).

De la cuenta atrás de la vida ya habíamos gastado un mes y una semana, pero eso aún no lo sabíamos. Todavía pensábamos que aquellas molestias no eran nada importante; los doctores tampoco nos alertaron en ningún momento, y en las consultas de las revisiones continuaban aplicando el sistema de “prueba y error” en el tratamiento. Por eso aún hicimos aquel viaje llenos de ilusión. Salimos de Cieza temprano, como siempre hacíamos; Mari condujo su coche desde bastante antes de llegar a Madrid hasta Lerma, pues cogimos la A-1, que era el camino más corto, y a las dos y media de la tarde estábamos comiéndonos un exquisito “potaje lebaniego” en Santillana del Mar. (En la “Villa Ducal de Lerma” nos habíamos tomado un tentempié en gozosa compañía, pues con la ilusión de llegar al destino vivíamos la emoción del viaje; ella pidió medio bocadillico de jamón y agua; yo, igual, pero con una cerveza “sin”).

Luego atravesamos Burgos por la Avenida de Cantabria y, a la salida norte, cogimos la nacional hacia Aguilar de Campoo, el pueblo de las galletas (no era la primera vez que hacíamos esa ruta), pues continuar por el Puerto del Escudo, aunque bellos los paisajes, no nos interesaba. En dicha localidad “galletera” palentina tomamos ya la A-67, que era una ruta bastante nueva para entrar en Cantabria desde la meseta (es la que utilizan los de Palencia para ir a bañarse al Cantábrico, a Suances, cuyas fabulosas playas, la de la Concha y la de los Locos, son conocidas como “las playas de los palentinos”). Atravesar la cordillera siempre es un gozo; no solo porque en pocos kilómetros cambian los paisajes y el clima como de la noche al día, sino por la maravilla de los paisajes. (Aunque más impresionante es hacer la autopista de alta montaña que entra a Asturias por Pajares, atravesando los túneles del Negrón, no se la pierdan).

En aquel viaje que hicimos Mari y yo a Cantabria (va a hacer 8 años en agosto), cuando todavía pensábamos en un largo horizonte de vida, nos maravilló el impresionante paso de la cordillera, dejando atrás la torridez mesetaria de bancales con rastrojeras amarillentas y páramos agostados por un sol agresivo, para, a medida que se deslizaba el coche por túneles y viaductos descendentes, penetrar en un mundo de prados verdes y retazos de bosques, bajo un cielo protector de nubes y una temperatura muy agradable. (Uno de los grandes puentes de la autovía es el llamado “Viaducto Cieza”, pues desde arriba se columbra al fondo del valle Villasuso, que es la principal villa del municipio ciezano de la provincia de Santander).

Todo era perfecto; como si, por un sino misterioso, tuviésemos que apurar los momentos, vivir los instantes, sacarle a los minutos lo bueno que nos podían ofrecer todas las horas del día. El mundo era amable, y todo, sin saberlo, se convertía en la última oportunidad viajera. Pues muy pronto vendría la zozobra de las pruebas médicas y los malos diagnósticos y habría que aprender a vivir de otra manera.

El Soplao, en cuanto a su riqueza geológica y conservación, era la “joya de la corona” de todas las cuevas cántabras. Las entradas se podían sacar en los cajeros de Caja-Cantabria, y eso hicimos nada más llegar a Santillana del Mar. Ya teníamos el pasaporte a la emoción. A la mañana siguiente nos levantaríamos temprano, tomaríamos un café con leche en Puente San Miguel y cogeríamos la autovía del Cantábrico en dirección a Oviedo, una delicia de ruta, entre vaquerías, prados verdes, rías y bosques de hayedos.

En la tienda-museo del Soplao le regalé a ella un bonito colgante de ámbar, pues en aquel lugar se encuentra uno de los yacimientos de ámbar más importantes de Europa. Luego le echaría fotos con los Picos de Europa al fondo, frente a las rías en bajamar y sus barquitas de colores varadas en tierra firme, o delante de los jardines de hortensias y pasionarias de las casas solariegas.

Sin saberlo aún, estábamos gastando los días “sin preocupación” de los menos de once meses que nos restaban por vivir juntos. Luego todo sería distinto: sufrimiento, ternura, resignación, esperanza y desesperanza, a un tiempo; y el terrible fin de la cuenta atrás: el siete de julio del año siguiente, 2012. Pasando a vivir en nuestra memoria.
©Joaquín Gómez Carrillo

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"