INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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16/2/20

El río, siempre el río

 .
Amanecer de invierno en el río Segura a su paso por Cieza
Como ya no hace demasiada rasca, suelo bajar por las mañanas algo más tempranico al Paseo Ribereño; y casi siempre me encuentro con las mismas personas, que también van adelantando su hora de salida al río conforme amanece antes (salvo las madres jóvenes, que siempre lo hacen cuando dejan sus críos en la escuela). Es una actividad gozosa el pasear a diario de «puente a puente» (del puente del Argaz al Puente de Hierro y viceversa) a cualquier hora del día. Los hay madrugadores, como mi amigo Fernando Galindo, que con un tesón digno de elogio, persigue la luz del amanecer con su móvil «no va más en fotografía» por entre las ramas desnudas de los álamos y los chopos; o como mi compañero Paco Rodríguez, que armado con su magnífica cámara Sony, anda alerta a la «caza» de la imagen del cormorán saliendo del agua o la parejica de patos que pica ovas entre las piedras; o también a veces mi amiga Pilar Alcaráz, excelente fotógrafa donde las haya, que consigue encuadres mágicos con el objetivo de su Nikon. Luego, conforme avanza la mañana, van apareciendo un sinfín de paseantes y andarines, como mi amiga Ana, que se hace todos los días varios «largos de paseo ribereño» ligerica; o mi amiga Maruja Ballesteros, que tras muchos años subiendo todos los días por el Zigzag a visitar la Virgen del Buen Suceso en su ermitica de la Atalaya, llanea ahora por la orilla del río contemplando el paisaje. Y así, un sinfín de gente que diariamente, desde que despunta el día hasta que cae la noche, disfrutamos de este lugar con encanto.

Ya lo he comentado alguna vez en mis artículos: hace unos cuantos años el ayuntamiento encargó a un entendido que hiciese un análisis de las debilidades y las fortalezas del potencial turístico ciezano. El tío era listo (¡cobró más de veinte mil euros por una semana que estuvo haciendo su estudio y elaborando sus conclusiones!), y, en su charla final, que yo estuve presente, dijo que el mejor potencial de Cieza estaba en el río, que no le diéramos más vueltas: «o el río, o encargar a un autor de fama que escriba una novela ambientada en Cieza» —eso dijo aquel fulano, que para más inri era de Bilbao. Pero también hizo otra advertencia muy interesante: que el turismo es bueno sin rebasar ciertos límites; si el turismo se masifica, todo se echa a perder. Y en esto último estoy de acuerdo. Yo he visitado lugares de turismo masivo y he sentido cierta vergüenza de formar parte de esa «tropa invasora» que todo lo anda como la langosta. ¿O es que creen que nos hacen mucho bien los miles de personas que vienen a los descensos por el río, que suben al mogollón de barcas en el Puente de Hierro, y, con gran escandalera, hacen el trayecto hasta Abarán o hasta Blanca, donde comen en bares y restaurantes?

La floración de los frutales, divulgada desde hace años con sus estupendas fotografías por Fernando Galindo, es un gran atractivo para nuestro pueblo, y, además, tiene la magia de lo efímero: la floración dura cuatro días y hay que saber aprovecharlos a la carrera. Pero a Cieza deben venir los visitantes por muchas otras cosas. La primera y principal porque esta sea una ciudad limpia y adornada, y con buenos servicios. ¿Esto se está consiguiendo? ¿Nuestro paisaje urbano está «decente» para recibir visitas turísticas? ¿Están por la labor nuestros conciudadanos? ¿Se pone coto por parte de la administración a la suciedad? ¿Se está tomando alguna medida para limpiar de meadas de perro los elementos de la vía pública? ¿Se han puesto en marcha las medidas coercitivas necesarias, tal como avisaba el alcalde en su «bando oportuno» que todo el mundo recibió en la cartica de Aguas de Cieza? ¿Qué se tiene pensado hacer para mejorar la Semana Santa? ¿Hay perspectiva de colocar las novecientas papeleras que faltan en el pueblo desde hace mucho tiempo? ¿Hay algún proyecto de reponer en sus alcorques el arbolado urbano que falta, por destrucción o sequía a lo largo de décadas?

Miren, todo eso la base. Tengamos el pueblo limpio y bien arreglado, y lo demás irá viniendo por añadidura. Seamos ciudadanos cívicos, amables y bien educados y Cieza se convertirá en un lugar donde dé gusto vivir.

Pero como además el mejor atractivo de este pueblo es el río, sin lugar a dudas, cuidemos mucho sus zonas. El otro día un responsable municipal publicaba en su «facebook» que la gente «está feliz» paseando por la orilla del río. ¡Pos claro!, tien’usté mucha razón, ¿por qué vamos a andar tristes? Pero eso no quita para que las cosas estén arregladicas. ¿Ha echado cuentas de los árboles que hay enfermos y secos? Ya sabemos que existe el vandalismo, pero los responsables públicos deben ser tenaces: si rompen algo, al día siguiente se manda a arreglar; y vigilancia y sanción. Es cierto que los trabajadores (mujeres y hombres) de los Consejos Comarcales limpiaron muy bien de cañas y brozas la orilla del río. ¿Pero ha echado cuentas de los árboles que faltan porque se han ido secando o los han destruido los vándalos? Es cierto que alguna actuación se ha hecho, como los oportunos arreglos de barandillas caídas por la última riada, o la limpieza de hierbas del parterre central por parte de Aguas de Cieza (yo lo he visto). ¿Pero no merecería la pena, ya que es un lugar que produce tanto disfrute diario a las personas, el dedicar cuidados de jardinería y mantenimiento con más constancia?
©Joaquín Gómez Carrillo

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"