INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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8/8/20

A cuerpo de rey

 .
Bolillera ciezana haciendo encaje de bolillos con habilidad y maestría
Hace ya más de treinta años y no sé muy bien por qué me viene ahora a la cabeza lo del Dioni. El tipo se hizo famoso y entraría luego en la Wikipedia, ¡ahí es nada! Se largó de España con trescientos millones de pesetas que había robado. Robó y se largó de España. Eso es sencillo: se roba mientras uno lo tenga fácil, o mientras lo dejen, y luego se larga al extranjero (¡ojo!, hay quien roba un pan y lo trincan en menos de un cuarto, sin embargo hay quienes roban durante décadas y se forran a calzón quitao, y luego simplemente se largan. ¿Y ya está? Ya está). Para el Dioni, como para otros personajes de este país, no resultó muy difícil; él conducía el furgón blindado del dinero y les echó el ojo (el bueno) a las sacas preñadas de fajos de billetes de cinco mil, mandó a su compañero a comprar tabaco (eso lo digo yo) y se fue tan pimpante con el furgón hasta hacer el trasvase a su coche. ¡Qué puñetas!

Entonces eran otros tiempos, España estaba cambiando a un ritmo acelerado: «no la iba a conocer ni la madre que la parió», había dicho el vicepresidente, el que cuando tomó un Mystère del ejército del aire para ir a Sevilla a ver los toros y la timorata oposición se atrevió a pedirle explicaciones, él la achacó de canalla, antidemócrata y fascista (fue un signo del cambio de España). Eran también los tiempos del «pelotazo», patentado por Solchaga, ¿se acuerdan de aquel pequeñico, por entonces ministro de economía? ¡Qué listo era el jodío! Aun recuerdo que en un programa televisivo, Nicolás redondo, aquel vasco de Baracaldo, íntegro en sus convicciones, secretario general de la UGT, se enfrentó al ministrico Solchaga, «¡Te has equivocao de trinchera, Carlos!», le dijo).

¡Menudo invento!: el pelotazo, o sea, el amasar guita en un pispás. Uno de los más grandes pelotazos de la época fue la «venta-regalo» de Galerías Preciados al Grupo Cisneros de Venezuela (presidía aquel país entonces Carlos Andrés Pérez, uña y carne de Felipe González). Como le habían expropiado (no embargado, que es distinto) todas las empresas a Ruiz Mateos («¡que te pego, leche!»), pues luego se dedicaron a ir dilapidando aquel inmenso patrimonio, ¡qué desastre! Por eso a los amigos de Carlos Andrés Pérez (¿no lo recuerdan? Sí, era un tipo calvo, socialista de pro, que se daba unos abrazos con Felipe de los que cortan el aliento) les dijeron ¡bah!, os vendemos Galerías preciados «a peo», en 1.500 millones de pesetas, ¡hala! Después este conglomerado empresarial caraqueño colocó Galerías Preciados a unos ingleses en 30.000 millones de pesetas; ¡eso fue un pelotazo de tres pares!, cuando en España crecía el desempleo a un ritmo de 1.000 parados diarios. ¿Cómo se les queda el cuerpo?

Y dejémonos los pelotazos de la época y recordemos lo de Filesa, el mayor caso de corrupción y fraude de un partido político en España con condena firme (al cambio de hoy unos 15 millones de euros). Ese era el ambiente español donde el Dioni se movía, primero de escolta de peces gordos y luego trasladando sacas de parné. Por aquel tiempo también, Felipe González, no solo fardaba de pelar bonsáis, tomar copas en la «bodeguilla» de Moncloa y fumar puros cohíba que le mandaba su amigo del alma, el dictador Fidel Castro, sino de su experiencia veraniega en el Azor, el yate insignia del franquismo, cuando ni con Zotal habían podido quitar el tufo a Franco de las sentinas del barco. Sí señor, ahí se fue Felipe, ¡más chulo que un ocho!, a navegar para el NO-DO, como el viejo dictador (bueno, lo del NO-DO no porque España estaba cambiando y ya teníamos la televisión en color, en los sistemas PAL y SECAM, ¿se acuerdan?, y los primeros vídeos, en tres sistemas: el 2000, el Beta y el VHS, que no había forma de aclarase a la hora de comprar un aparato y sacar las películas de Discam).

Así que el Dioni, «anda compra un paquete de Ducados», le dijo al compañero (eso lo añado yo), y se llevó la pasta calentita (otros se la han ido llevando con total impunidad durante décadas, por eso cuando le tosieron a Jordi Pujol, se puso flamenco y amenazó con embarrancar España si le tocaban un pelo, y qué razón tenía el «Pujol enano habla castellano», cosa que ahora, una vez descubierto el pastel regio, no hay que temer a la lengüecica pujolesca; sin embargo, con la edad y los achaques, que le quiten lo bailao al «poco honorable».

¡Trescientos millones!, que se llevó el calvo estrávico, ¿adónde? Al Brasil, mira tú, no se va a ir a Laos, donde años después se largaría también con la pasta Roldán, que había sido Director General de la Benemérita, ¡nada menos! El muy cuco se fue a Río de Janeiro, ¡pos no sabía na el Dioni!, ¡más que las ratas colorás!

Pero, ¡ay!, hizo demasiado ruido; iba dejando un rastro de billetes por donde pasaba. La policía brasileña siguió el rastro del dinero que iba dilapidando el Dioni (como no era suyo, no lo había trabajado ni sudado, pues hacía lo mismo que el gobierno con las empresas quitadas a Ruiz Mateos). Lo trincaron en una discoteca de Copacabana con el bisoñé terciado sobre una ceja (me lo invento). Se había permitido vivir a cuerpo de rey, pero él no era un ídem.

Solo pudieron recuperar poco más de la mitad del dinero cuando lo trajeron de una orejica a juicio. «¿Y la pasta que falta?» «Mir’usté señor juez, no se imagina cómo está las cariocas». Y al juez, imaginado docenas de «chicas de Ipanema» en tanga, haciéndole cosquillas al Dioni, los ojos le empezaron a hacer chiribitas, como el ojo tonto del acusado, quién creyó ser un rey («del pollo frito»), que podía hacer lo que quisiera sin estar «sujeto a responsabilidad» en el país de la samba. Pues iba a ser que no.
©Joaquín Gómez Carrillo

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"