INTRODUCCIÓN

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JOAQUÍN GÓMEZ CARRILLO, escritor de Cieza (Murcia), España. Es el autor del libro «Relatos Vulgares» (2004), así como de la novela «En un lugar de la memoria» (2006). Publica cuentos, poesías y relatos, en revistas literarias, como «La Sierpe y el Laúd», «Tras-Cieza», «La Puente», «La Cortesía», «El Ciezano Ausente», «San Bartolomé» o «El Anda». Es también coautor en los libros «El hilo invisible» (2012) y «El Melocotón en la Historia de Cieza» (2015). Participa como articulista en el periódico local semanal «El Mirador de Cieza» con el título genérico: «El Pico de la Atalaya». Publica en internet el «Palabrario ciezano y del esparto» (2010).

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20/6/20

Fin de la primera parte

 .
Flor de la colleja (fotografía de José Olivares)
Se nos acaba el estado de alarma, justo en el día más largo en horas de luz (aunque según los cálculos de los astrónomos para este año 2020, el solsticio de verano cae el sábado, 20). El estado de alarma que empezó el 14 de marzo, aunque debería haber comenzado diez días antes, ha sido el instrumento jurídico mediante el cual el gobierno ha podido restringir o, de facto suspender algunos derechos fundamentales a los españoles, aunque la Constitución —ya lo dije en algún artículo anterior—, deja claro que cuando se declare el estado de alarma «no se suspenderá» ningún derecho fundamental (y la ley orgánica que lo regula se atreve a establecer que «se podrán limitar»). Pero en fin, ahí lo hemos llevado, unos en casa, otros trabajando y la mayoría sin poder circular libremente o sin poder salir de su provincia. Mas todo tiene su fin, como los higos del cofín, que decía mi abuela. Y esta solo ha sido la primera parte.

¿Vendrán más estados de alarma? Quién lo sabe. Pero yo creo que los gobiernos le temen más a los desastres económicos que a las cifras de finados, que ni dios se aclara con ellas y, como poco, parece que pueden ser el doble de las oficiales. Sin embargo, todo se da como un triunfo; ha triunfado el bien sobre el mal, la vida sobre la muerte, la luz sobre las tinieblas, los políticos del progreso sobre los del «retrogreso»; y habrá paguica para los necesitados, la del «Ingreso mínimo vital»; eso está muy bien, que a nadie le falte el pan, que para eso España es «un estado social y democrático»; y si el gobierno gobernante tienen dudas de cómo asignar esas prestaciones, que pregunte al gobierno de Murcia, que, aunque sea de «retrogreso», lleva mucho tiempo concediendo la «Renta básica de inserción» para personas que andan económicamente mal (¡ah!, ¿que ya estaba inventado eso de conceder prestaciones económicas a quienes que lo necesiten? —Pues claro, hombre, pero sin publicidad en los telediarios y sin marchamo progresista). Pero, a lo que vamos, que hay que salvar la economía. Que esto es como «Salvar al soldado Ryan», de Steven Spielberg, pero en lo económico. Por eso tengo mis dudas de si en lo sucesivo, allá para cuando lleguen los fríos y el bicho campe otra vez por sus fueros, el gobierno recurrirá de nuevo a la figura constitucional del estado de alarma; a lo mejor, con la experiencia que ya tenemos y con alguna recomendación más, no hará falta, y la economía seguirá su curso, con los bares abiertos que es lo importante (aunque los colegios y las bibliotecas estén cerrados). Pero eso sí, llevando mucho cuidadín.

Una cosa segura es que tendremos que pagar los platos rotos; subirán los impuestos a los de siempre y recortaran a los mismos, a los funcionarios y a los pensionistas para empezar. Pero por mucho que lo digan, no tocarán a las grandes fortunas, porque si les metieran mano a los súper ricos (en dinero), se espantarían y se irían tras los pasos de Juan Carlos Rex. (Por cierto, ¡que le minchen ratas!, que con las perricas que tiene el hombre ya puede disparar con pólvora de ídem.) Ahora quieren formar una comisión en el parlamento para investigar los tejemanejes del emérito con el moro Muza, pero pasa igual que con la Tarara, que unos decían que sí y otros decían que no. Lo cierto y verdad es que le van a tocar los mismísimos borbones. (No sé si se acuerdan ustedes de la magistral película de «Los Santos Inocentes», de Mario Camus, basada en la novela homónima de Miguel Delibes; y no sé si recuerdan a Agustín González, así con la cabeza echada para un lado, diciéndole a la marquesa «…Tóquel’usté los cojoncicos al Quirce, señora marquesa», pues el Quirce, el hijo de Paco el Bajo, pasaba de humillarse ante el señorito Iván y no se mostraba servil con el cimbel para que el zángano del señorito tiroteara las palomas. Pues eso, que los parlamentarios de la comisión (cobrando, ¡eh!; los que se apuntan a las comisiones trincan guita; cuanto a más comisiones se apuntan, más guita trincan) le van a tocar los cojoncicos al emérito. ¡A buenas horas…!

¿De qué estábamos hablando? Ah, de que este domingo, 21 de junio, a las cero horas, se acabó el estado de alarma, que indudablemente ha sido un buen instrumento legal para parar los contagios de la Covid-19, y sinceramente creo que ha sido necesario, otra cosa son las medidas que se tomaron tarde y mal, como el cierre de fronteras terrestres, el desacertado consentimiento y organización de actos multitudinarios, el cierre de aeropuertos, el tardío y más que desastroso acopio de material sanitario, el súper tardío uso obligatorio de mascarillas, etc. El estado de alarma ha estado bien, se decretó con retraso, pero bien; lo que ha estado mal han sido las ocultaciones y la mediocre gestión de la «autoridad única». Qué le vamos a hacer. Aunque las homilías del presi han sido copiosas y de una extensión más que generosa; en eso no nos podremos quejar; si hay que vender la moto, se vende bien, ¡con fundamento!

Pero ahora ya, sin estado de alarma, quienes tenemos que poner todo el cuidado somos nosotros, y no andar por ahí a barullo, en bares, en fiestas, en celebraciones, en centros comerciales, en pandillas, o en la playa, que ha dicho el gobierno de Murcia que no va a controlar «aforos» en la playa (‘¡Que os pelen; haced lo que queráis!’, habrá pensado nuestro presi). Si no nos cuidamos nosotros, las autoridades sanitarias no van a estar encima de cada persona. Ya somos grandecicos y sabemos que hay que guardar una distancia de metro y medio o dos metros, y, sobre todo, usar mascarilla. Yo lo tenía muy claro desde el principio (aún cuando el hombre de ciencia decía por la tele que no hacía falta): con mi mascarilla protejo al de enfrente, pero necesito que el de enfrente me proteja a mí con la suya.
©Joaquín Gómez Carrillo

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Cuentos del Rincón

Cuentos del Rincón es un proyecto de libro de cuentecillos en el cual he rescatado narraciones antiguas que provenían de la viva voz de la gente, y que estaban en riesgo de desaparición. Éstas corresponden a aquel tiempo en que por las noches, en las casas junto al fuego, cuando aún no existía la distracción de la radio ni el entoncemiento de la televisión, había que llenar las horas con historietas y chascarrillos, muchos con un fin didáctico y moralizante, pero todos quizá para evadirse de la cruda realidad.
Les anticipo aquí ocho de estos humildes "Cuentos del Rincón", que yo he fijado con la palabra escrita y puesto nombres a sus personajes, pero cuyo espíritu pertenece sólo al viento de la cultura:
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* Tres mil reales tengo en un cañar
* Zuro o maúro
* El testamento de Morinio Artéllez
* El hermano rico y el hermano pobre
* El labrador y el tejero
* La vaca del cura Chiquito
* La madre de los costales
* El grajo viejo
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Frases para la reflexión:

"SE CREYÓ LIBRE COMO UN PÁJARO, Y LUEGO SE SINTIÓ ALICAÍDO PORQUE NO PODÍA VOLAR"

"SE LAMÍA TANTO SUS PROPIAS HERIDAS, QUE SE LAS AGRANDABA"

"SI ALGUIEN ES CAPAZ DE MORIR POR UN IDEAL, POSIBLEMENTE SEA CAPAZ DE MATAR POR ÉL"

"SONRÍE SIEMPRE, PUES NUNCA SABES EN QUÉ MOMENTO SE VAN A ENAMORAR DE TI"

"SI HOY TE CREES CAPAZ DE HACER ALGO BUENO, HAZLO"

"NO SABÍA QUE ERA IMPOSIBLE Y LO HIZO"

"NO HAY PEOR FRACASO QUE EL NO HABERLO INTENTADO"